domingo, 29 de enero de 2017

Fin de fiesta sobre el hielo

Nueva York, 19 de enero

Solo nos quedaban algunas horas en New York que aprovechamos a pasear por Bryant Park, parque financiado por el Bank of America (creemos) que ofrece actividades recreativas y patios de comidas. Nos animamos a patinar sobre hielo, ya que hacerlo aquí es más accesible que en Central Park o el Rockefeller Center ya que solo hay que abonar el alquiler de los patines. La pista es muy grande y está impecable, de hecho, tuvimos que esperar porque estában puliendola. La verdad es que nos costó bastante aclimatarnos porque es una pista que se siente bastante distinta a otras experiencias de patinaje sobre hielo que conocimos en Buenos Aires, no sabemos exactamente si porque estaba menos rayada, porque estaba al aire libre… ¿quizá por el filo de los patines? Los primeros 15 minutos fueron duros pero luego podíamos movernos con cierta confianza. Había algunos patinadores muy buenos en la pista, era divertido verlos mientras nosotros avanzamos como novatos…



El tiempo pasó patinando y tras almorzar brevemente en el parque emprendimos el regreso. Esta vez habíamos contratado un transfer al aeropuerto JFK porque teníamos el equipaje demasiado desorganizado e incómodo para el subte. Así que el recorrido nos llevó sobre la tierra y pudimos ver el skyline de la ciudad por última vez con cierta comodidad. De camino al aeropuerto vimos un enorme cementerio estilo anglosajón con sus clásicas lápidas de piedra sobre el césped…

Llegamos a tiempo a la terminal 8 pese a que tuvimos un pequeño atascamiento por un accidente en la autopista, la nota mental es que siempre hay que salir con margen. El viaje fue calmo aunque con los incómodos avatares de la clase turista, aun cuando el servicio de LATAM está como por encima de otras aerolíneas que conocimos. Nuestro vuelo iba hasta Santiago de Chile donde teníamos una espera de dos horas aproximadamente. Al salir rumbo a Buenos Aires nos encontramos con un avión muy lleno de argentinos que viajan de shopping a Santiago… el viaje nos ofreció una vista espectacular de la cordillera de Los Andes y nos dejó, puntual, en una Buenos Aires calurosa y de vacaciones.

Cordillera de los Andes desde el avión: regreso a CABA desde Santiago por LATAM

miércoles, 25 de enero de 2017

Museum of the City of New York

Nueva York, 17 de enero
Amaneció lluvioso y gris. De esos días que en Buenos Aires te deprimen, pero siendo los últimos días del viaje no había tiempo para algo así, de modo que planificamos visitar el Museo de la Ciudad de Nueva York que queda frente a Central Park, a la altura de Met, pero de la vereda de enfrente.

Dado que no estaba la cosa como para caminar tomamos el subte que nos dejó a pocas cuadras. El museo nos dejó una grata sorpresa. Si bien según Tripadvisor la visita podía realizarse en un par de horas, nosotros le dedicamos mucho tiempo más. Un audiovisual multimedia organiza la historia de NYC en etapas y te prepara para el recorrido que se inicia por los tiempos coloniales pero que rápidamente te introduce en el siglo XX con todos las luces y grises de la ciudad.
La estatua de la Libertad en cartapesta realizada por artistas infantiles

Dos menciones especiales hay que hacer al museo: el espacio dedicado a las protestas (mecanismos, etapas) que consideran casi una marca distintiva de la ciudad y el sector interactivo respecto al diseño de la ciudad en el futuro que permite diseñar edificios, parques y calles para luego proyectarlas con la sobreimpresión de tu propia imagen en tiempo real. El diseño requiere considerar el costo y el impacto ambiental, entre otras cuestiones. Si bien es una instalación pensada para niños, entendemos, lo cierto es que nos entretuvimos mucho en este sector y le dedicamos mucho tiempo. Tuvimos suerte porque las escuelas que visitaban el museo se encontraban en otro sector…



Terminamos la visita con una riquísima sopa de zanahoria y jengibre en el café del museo. Como aún quedaban un par de horas de luz, pensamos visitar el museo del barrio, que queda prácticamente al lado, pero se encontraba cerrado (aparentemente por un evento privado) así que, persistencia de la lluvia mediante, optamos por regresar a la 59th y caminar. Estando allí intentamos ingresar al famoso Apple Store...pero había tanta gente que huimos en dirección a Time Square y caminar hasta nuestra última cena en Applebee.

martes, 24 de enero de 2017

Memorial 911

Nueva York, 16 de enero


El nuevo WTC en 360

Hoy batimos todos los récords: caminamos como 20 kilómetros. Atravesando Broadway llegamos hasta el sur de Manhattan para visitar el Memorial del 9/11. Nos encontramos con la polémica estación diseñada por Calaterva frente a la cual el grupo tuvo opiniones divididas. Para algunos interesante, original y/o alegoría, para otros rídicula y/o espantantosa. Es fácil imaginar cuanta contraversia despierta semejante diseño...
Nueva estación de metro diseñada por Calaterva
Pero nuestro objetivo era el Museo del Memorial debajo de las imponentes fuentes Zen que hoy ocupan el lugar de las que fueran las torres gemelas. La visita comienza bastante técnica y termina, previsiblemente, muy emotiva. Es extraña la sensación de ver un cúmulo de evidencias históricas de hechos de los que uno fue testigo. Tomé conciencia de que fui una más del billón de televidentes que presenciaron en vivo el segundo ataque. Revivir aquellos días de terror fue, por lo menos, conmovedor. Pero también resultó conmovedor ver objetos de personas que murieron, recordatorios de todo tipo, dibujos de niños procesando la tragedia, los testimonios, los que salvaron vidas… hasta había en exposición una camiseta de la selección argentina que había pertenecido a una de las personas, un argentino, que murió ese día.


Escalera original por la que salvó muchas vidas

Restos de la estructura de las Torres Gemelas

Panóramica 360 Museo 911 Memorail


Saliendo del museo recorrimos Battery Park y vimos como el sol comenzaba a bajar en el horizonte junto a la estatua de la libertad. De regreso por la 7ma, visitando algunas tiendas para llegar, ya entrada la noche a Time Square, donde nos agasajamos con una espléndida cena en Olive Garden.

Estatua de la libertad

Contrastes

Caminando por la 7ma

viernes, 13 de enero de 2017

Oh Killington, Killington!!

Killington, Vermont. 14 de enero de 2017
Cuando un lugar te fascina la tentación de volver es grande y decidimos no resistirnos. Killington es un centro de esquí hermoso y volvimos a encontrarlo hermoso por segunda vez. Es difícil comentar algo nuevo que no haya dicho el año pasado en mi post sobre nuestro esquí week.
De siete días esquiamos seis (uno llovió). Los primeros días fueron de frío extremo… esquiamos con temperaturas inferiores a los 20 grados bajo cero, lo cual se siente. Se resiste porque es un frío seco, pero igual es mucho, mucho frío. Experimentamos con calentadores de manos porque se nos congelaban los dedos y aunque el resultado no fue siempre óptimo nos sirvieron para sobrevivir, sobre todo en las bajadas.

Días con -20°C en Killington (imagen en 360)
Killington es un centro muy grande, una red de pistas que vincula varios picos: Bear Mountain, Sky Peak, Killington Peak, Snowdon Mountain y Ramshead Mountain. Un poco más lejos, Pico Mountain (a este último no se puede llegar esquiando pero hay un proyecto para unir ambas montañas en el futuro). La variedad de pistas es tal que habiendo sido el año pasado de nevadas flojas, toda el área oriental (Bear Mountain) estaba cerrada y descubrirla este año fue una de las mejores cosas de la temporada. Especialmente una larguísima pista verde (Great Eastern) cuyo recorrido, atravesando bosques, cabañas y hasta la ruta principal de Killington fue para mí, una  de las cosas más hermosas de estas vacaciones.

Un día de intenso esquí

Durante toda la semana, nuestra rutina fue un día al todo esquí, generalmente comenzando a eso de las 9:30 de la mañana por las conexiones a Bear Mountain y, por la tarde, en el otro extremo de la montaña. Terminabamos con la última silla a las 16 horas.

Lounge de Bear Mountain: nuestro preferido

Con las últimas fuerzas, varios días fuimos a la pileta de agua tibia a nadar algunos largos. La pileta del hotel no es una pileta cubierta aunque se accede desde el interior. La experiencia de nadar de noche rodeados de nieve es una experiencia bastante extravagante…

Pileta del hotel

El día que llovió, recorrimos algunos alrededores. Llegar hasta la base de Bear Mountain por la ruta, nos dió verdadera dimensión de las distancias que veníamos esquiando. Visitamos brevemente Okemo, un centro competidor de Killington del que nos sorprendió saber que contaba con aerosillas protegidas por burbujas (Orange bubble lifts) idea que siempre imaginamos al subir por un medio ventoso y nos resultó maravilloso descubrir que existía. Okemo nos pareció un centro atractivo, moderno y con muy ingeniosos nombres para sus pistas. Nos queda rebotando la idea de conocerlo mejor en otro viaje.
Luego en dirección norte fuimos a conocer Pico Mountain, asociada al complejo Killington. Pico Mountain tiene un perfil más familiar por lo que había muchos niños esquiadores… aunque no en las pistas precisamente ya que el día no era muy propicio para la nieve. Descubrimos también en Pico Mountain un pequeño museo de antigüedades relacionadas con el esquí que nos recordó a un espacio similar en Las Leñas. Realmente el esquí como industria turística no sería posible sin los modernas tablas carving y a la confortable indumentaria que nos protege del frío extremo…

Fijaciones antiguas

... y sin mucho plan adicional para un día lluvioso, completamos el recorrido visitando la ciudad de Rutland con su casitas de madera típicas de New England…

Rutland

Hoy fue el último día de esquí. Pasada la lluvia y regresando las temperaturas bajo cero las pistas estaban bastante malas para el nivel que veníamos viendo hasta ahora. Las máquinas de nieve estaban trabajando a full porque, al ser este que comienza un fin de semana largo aquí en los EEUU (cumpleaños de
Martin Luther King) esperaban una gran afluencia de esquiadores…

Máquinas de nieve


Para despedirnos de Killington  se nos ocurrió hacer tubing en el Clubhouse ubicado en la East Mountain Road (enfrente del hotel, para ser exactos). Lanzarnos a toda velocidad con los gomones en el hielo bajo un cielo con constelaciones extrañas y una increíble luna llena fue una experiencia inolvidable… aunque un poco violenta, por cierto.

Tubing 

jueves, 12 de enero de 2017

Paisajes congelados



 6 de enero, Lake George

Finalmente nevó hasta las tres de la madrugada aproximadamente, quizá dos o tres centímetros. Amanecimos con la villa cubierta de nieve y en un cielo casi despejado. Los pequeños cristales reflejando la luz le dan a la nieve esa apariencia mágica de tarjeta con brillantina… hizo también mucho, mucho frío.

Shepherd Park

Salimos a caminar por Shepherd Park a orillas de Lake George y apenas si lográbamos sacarnos algunas fotos sin congelarnos. Nos preguntamos cómo hacen los patos para sobrevivir con diez grados bajo cero...
Patos en el lago helado
Sheperd Park

Lake George

Dada la temperatura, optamos por seguir el recorrido el auto. Fuimos entonces a conocer un pequeño centro de esquí llamado West Mountain. Allí estuvimos un buen rato bajo el sol y la nieve brillante mirando a los esquiadores y analizando cuán empinadas eran las pistas. Almorzamos al aire libre una sopas algo extrañas que compramos en el refugio.


Panorámica 360 de West Mountain

West Mountain

Originales reposeras para esquiadores en West Mountain


Luego nos dirigimos a la zona de Rio Hudson cuyos rápidos son escenario para la práctica de raffting (con otro clima, claro). Allí descubrimos una iglesia presbiteriana (Rockwell Falls) que nos pareció encantadora.

Rockwell Falls
Finalmente, fuimos hasta el lago Luzeme que se encontraba ¡Completamente congelado! De hecho, para llegar a la orilla tuvimos que tener mucho cuidado de no caer por una rampa demasiado “icy”.

 Lake Luzeme (congelado)

El paseo en auto nos reveló un paisaje bucólico de casitas típicas de madera y jardines nevados. Pequeños cementerios anglosajones con lápidas de piedra como en las películas. Ardillas arriesgando sus vidas para cruzar la ruta. Árboles silvestres, cursos de agua congelados y la nieve fresca sobre el bosque enredada entre los rayos de un austero sol invernal.

El camino, regresando a Lake George

Al atardecer regresamos por la zona de Glen Falls y aprovechamos para hacer algunas compras. Solo un rato después, en el hotel, sentimos en la piel el cansancio de un día de sol en la nieve…  

jueves, 5 de enero de 2017

Nevada nocturna en baja temporada

Lake George, 5 de enero

Afuera esta nevando. Hace mucho, mucho frío. Quizá más de seis o siete grados bajo cero. En Farenheim “parece” más pero porque uno no termina de figuarse esa escala endemoniada que usan los americanos y toma como base el congelamiento del alcohol…
Llegamos a Lake George al medio día, después de una mañana de viaje, enredados entre las autopistas: en efecto, el gps se ubica a menor velocidad que lo que se conduce por estas tierras por o tanto no siempre las indicaciones llegaban a tiempo… y, como es sabido, la red de autopistas por aquí es una maraña importante y para nada simple de resolver arriba del auto si uno no conoce el camino…
En la ruta

Pero finalmente le fuimos encontrando la vuelta y comenzamos a ver en el horizonte las Adirondack Mountains. A ingresar a la villa almorzamos en uno de esos restaurantes tipicos americanos que nos recuerdan las road movies… con una maquina muy oldie para escuchar música (aunque no la hicimos sonar porque la mesera nos dijo que solo tenía canciones de navidad hasta que vinieran a actualizarla…).
Almuerzo "road movie" style

Si algo puede decirse de la villa es que se encuentra en clarísima temorada baja. Se nota que es un lugar para disfrutar deportes nauticos en verano pero ahora todo luce gélido y solitario tras las vacaciones de navidad. Es por esto mismo que la estadía promete ser reparadora...

Lake George

Por ahora, nos recluimos en en nuestra habitación a ver como, silenciosamente, caen los copos de nieve uno sobre otro. ¿Cuántos centímetros contaremos mañana?

Nevando

miércoles, 4 de enero de 2017

Experiencia Amish en el condado de Lancaster

4 de enero, King of Prussia

En Lancaster, Pensilvania, existe una comunidad Amish muy importante y, dado que nos lo habían recomendado, decidimos visitar la zona.

Distribución de la Población Amish

En lo personal creía que me encontraría una puesta en escena estilo norteamericano o un lugar irritantemente anacrónico hasta el limite de lo ridículo o molesto... sin embargo, debo decir que nada de eso encontramos. Todo lo que vimos me resultó encantadoramente auténtico.
Paseando por el condado de Lancaster

Los amish son básicamente una comunidad cristiana anabaptista (creen que el bautismo debe realizarse en la adultez ya que un niño no puede manifestar su fe). En general uno piensa en los amish y en los menonitas como un mismo grupo pero, en realidad, son dos comunidades con alguna diferencias entre sí, de acuerdo a lo que aprendimos en un centro de interpretación…

Granja Amish

Haciendo algo de historia, supimos que los inmigrantes amish llegaron al área de Lancaster durante el siglo XIX y hacia 1900 no eran más de 500 adultos. Pero desde 1950 la población amish se ha duplicado cada aproximadamente 20 años. Actualmente unos 57000 amish residen en el condado de Lancaster (la mitad de ellos son menores de 18 años). Se explica este extraordinario crecimiento demográfico por el gran sentido de identidad (por lo que gran cantidad de jóvenes permanecen en la comunidad) y la cantidad de niños por familia, que promedia los siete hijos. Pese a este crecimiento, hay entre los amish cierta tendencia a la endogamia, por lo que se observan enfermedades hereditarias que tienden a tener mayor incidencia en las comunidades amish que en la población en general.

Buggie (carro típico amish)

Amish y menonitas hablan entre ellos un dialecto del alemán (dutch) e identifican a los foráneos como “the english”, es decir, foráneos que no hablan inglés. Son educados al margen de la currícula “oficial” y solo completan la escolaridad primaria. Con respecto al cuidado de la salud, no tienen prejuicios ni tabúes (como sí lo tendrían los testigos de jehová, por ejemplo) y acuden a profesionales no-amish para ello. Sin embargo, tienden cierta preferencia por las medicinas alternativas… Creo hay algo de hippie entre los amish, algo de resistencia al sistema que se percibe, sutilmente, en la atmósfera de los lugareños. Y quizá eso sea lo que hace al lugar más agradable que hóstil... generando cierta empatía entre los turistas que los visitamos...
Bicicletas amish sin pedales
Los amish son una comunidad con arraigadas convicciones religiosas de raíces protestantes y en su gran mayoría, se dedican a la actividad agropecuaria (aunque no de forma exclusiva). Se los conoce por su vocación de conservar las tradiciones la resistencia al uso de tecnología moderna. Sin embargo, esta resistencia a la tecnología tiene siempre el objetivo de conservar fuertes vínculos comunitarios, y en lo que respecta a los amish de Lancaster (quizá los más progresistas entre los amish del mundo) esto es moderado, ya que utilizan la energía eléctrica, plomería para baños internos, automóviles (que no sean de su propiedad) o teléfonos (aunque no los instalan en sus casas). Producen productos de granja y hermosos objetos artesanales (especialmente increíbles “quilts”) que comercializan bajo una leyenda bastante comercial: “made by amish”. ¿Qué decir? Son amish, pero también son americanos.

"Quilt": artesanía amish
En síntesis, el paseo por el condado tiene cierta atmósfera deliciosa, huele a manzana y a canela y por momentos parece una pulcra imagen detenida en el tiempo, sin llegar a ser una prefabricada postal romántica. Las vestimentas uniformadas, las chicas, con sus cofias de tul, los buggies (carruajes con caballos) y las bicicletas sin pedal circulan junto a los autos en armónico respeto...
Pasamos un buen rato por las tiendas, mirando artesanías, productos de repostería atendidos por verdaderos amish sonrientes, dulces y amables.
Almuerzo en "Bird in Hand" (Azucarera con forma de buggy)
Seguramente estas comunidades inspiraron a Night Shyamalan en “La Aldea” (The Village), pero por cierto, nada se percibe de tenebroso o claustrofóbico en el condado de Lancaster. Creo que, por perturbador que resulte, es bastante razonable entender que los amish eligen ese estilo de vida, simplemente, porque son libres...

martes, 3 de enero de 2017

Washington express


King of Prussia, 3 de enero
Y queríamos conocer Washington, al menos sus edificios icónicos, escenarios de tantas películas…  así que salimos bien temprano ya que teníamos varias millas de viaje. Salimos entonces por la Interestatal 95 (south) bajo una lluvia torrencial. Tras más de dos horas de viaje llegamos hasta las afueras de Washington. Allí, dejamos el auto en un estacionamiento de tamaño sideral y tomamos el subterráneo en la estación Glenmont para llegar a la zona céntrica de Washington DC. Impecable y puntual fue el tren que nos llevó al corazón de la ciudad en un poco menos de una hora de viaje.
Glenmont Station

El recorrido, por momentos sobre la superficie, mostraba una ciudad invernal y, para mi sorpresa, bastante silenciosa.
Ya en el área advertirnos a primera vista que Washington es lo que se dice de ella: una ciudad planificada, de espacios amplios, ordenada. De inspiración neoclásica y simetrías parisinas, nos pareció, además, cinematográfica. Al menos lo que pudimos ver… que, un poco a nuestro pesar, fue apenas una visita express.

White House

Nos acercamos cuanto pudimos a la emblemática White House, pero no intentamos mucho ya que sabíamos que hay demasiadas normas de seguridad y preferimos caminar por los espacios públicos. En línea con la Casa Blanca pudimos ver el obelisco que es demasiado parecido al de Buenos Aires. El obelisco marca un punto intermedio entre el memorial de Lincoln y el Capitolio, que era todo lo que llegaríamos a recorrer dado que son distancias bastante largas…



WWII Memorial

Obelisco
Rodeamos el obelisco y atravesamos luego el imponente homenaje a los caídos en la segunda guerra llegando así a la magnífica piscina-espejo: imposible no recorrerla sin evocar la memorable y deliciosa escena de Forrest Gump…



Después, al llegar al monumento a Lincoln y ver la gran cantidad de gente que se agolpaba allí, recordamos también aquella escena en que Lisa SImpson quiere hablar con el venerable Abraham y no lo logra hacerse oír dado que había demasiada  gente buscando todo tipo de consejos, entonces se dirige al monumento de Jefferson que, muy resentido, tampoco la escucha quejándose por su falta de protagonismo… nos divertimos con el asunto pero no llegamos a visitar a Jefferson, tampoco a Kennedy… porque comenzamos a caminar en dirección opuesta, en dirección al Capitolio.


Monumento a Lincoln
El parque que une el Memorial con el Capitolio debe ser hermoso en otra estación, posiblemente, pero lluvia mediante todo estaba bastante embarrado y gris. A mitad de camino comimos unos espectaculares wraps al paso en uno de los puestos del parque. Hacia ambos lados, podían verse hermosos edificios públicos de museos importantes. Y así, la visión del Capitolio siguió ampliándose, como en House of Cards


Llegando al Capitolio

...y con esta última vista de la ciudad… ya comenzaba a hacerse tarde, así que volvimos a la estación de subte para tomar el tren. Habíamos caminado casi 7 kilómetros en apenas un par de horas...



De regreso por la autopista, anocheció. Atravesamos Baltimore viendo el perfil de los edificios iluminados, un crucero en el puerto y mucho, mucho tráfico. Eso nos demoró bastante por lo que agradecimos haber salido a tiempo.

Al llegar a King of Prussia la noche era completamente cerrada, pero al menos, había dejado de llover.