jueves, 5 de abril de 2018

Una basílica luminosa

Montreal, 7 de enero


Ahora volvió a nevar. Y ya no es nieve seca sino copos más bien grandes. Es que subió un poco la temperatura y con la temperatura, la humedad. Pero esta mañana, hacía mucho frío, 23 bajo cero, para ser precisos. Sin embargo había salido el sol y eso nos entusiasmó para salir a recorrer el Old Montreal. Igual, fue duro. A las 9 de la mañana, cuando salimos a caminar, no había un alma en la calle. Y si no nos poníamos del lado del sol, era para congelarse. Aún así pudimos ver algunos de los edificios emblemáticos de la vieja ciudad. Edificios elegantes de estilo francés. A la basílica no pudimos entrar porque estaban dando misa, así que dejamos la visita pendiente para la tarde. Es difícil apreciar la ciudad porque la nieve oculta gran parte, pero es posible también que la nieve le agregue cierta magia. Llegamos hasta el puerto. Ahí vimos todo congelado. Literal y metafóricamente. Todo parecía abandonado como restos de empanadas viejas en un freezer.

El puerto

Old Montreal

Old Montreal

Old Montreal

Un par de horas después el frío se había vuelto insoportable, así que optamos por sumergirnos en la Montreal Subterránea y conocer un poco más de lo que pasaba por ahí abajo. Nos dejamos llevar por el laberinto y descubrimos que la parte por la que habíamos circulado era bastante diferente. En efecto, estuvimos en zonas mucho más elegantes, quizá hasta lujosas. La ciudad subterránea (RESO) es enorme y diversa. Encontramos dentro hasta un fragmento del muro de Berlín expuesto como un monumento. Llegamos también a Gare Centrale, la estación de trenes que se encuentra casi el medio de la ciudad. Nos perdimos un poco pero al final le encontramos la vuelta.

Montreal Subterránea (RESO)


Montreal Subterránea (RESO)


Fragmento del Muro de Berĺín - Montreal Subterránea (RESO)

Montreal Subterránea (RESO)

A la tarde fuimos a la Basílica. Hacia un poco menos de frío por lo cual fue menos sufrido llegar. Igual ya no había sol y sabíamos que se venía una nueva nevada. Para ingresar a la basílica hay que pagar entrada, pero dejan sacar fotos e incluye una visita guiada en inglés.
Basílica de Notre Dame
El guía era simpático y buen orador, por lo que le entendíamos muy bien e hizo muy interesante su introducción en la que explicó la historia de la construcción de la basílica y su relacioń con Montreal. La iglesia es hermosa y vale la pena visitarla. Toda la iglesia se encuentra impecable. Fue construída en el siglo XIX y podríamos decir que es neogótica. Aunque la decoración interna parece más bien un estilo barroco medio recargadito.

Basílica de Notre Dame

Sin embargo, las figuras y los recovecos no tienen ese estilo angustiante y oscuro de la mayoría de las iglesias católicas donde el barroco español hizo estragos. Las luces y sombras de esta iglesia crean una atmósfera mística acogedora que evita esa angustia mortificante típica que da ganas de huir.

Basilica de Notre Dame
Basílica de Notre Dame

Tres aspectos son para destacar, primero el cielo raso de color azul con estrellas doradas, segundo un órgano majestuoso y finalmente, la capilla del Sagrado Corazón, con un mural impresionante y mucho más moderno. En este sector no estaban permitidas las fotografías porque estaba reservado para la oración.

Anochecer en Montreal
La última caminata por el Old Montreal fue rápida porque con la caída del sol, otra vez comenzó a nevar. Así que tuvimos que volver para refugiarnos en la ciudad subterránea y sobrevivir.

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